Comandante FAP Abraham Lescano Salazar
Joven estudioso,
deportista, amante de la buena lectura, buen amigo, cariñoso, mejor hijo, de
espíritu alegre y jovial, decidido y emprendedor, comprometido con el trabajo,
proactivo e innovador, líder natural, formado con principios y valores que
siempre lo caracterizaron.
Una llamada
telefónica perturbo la calma que reinaba en ese momento, dando paso a
comentarios y murmullos, unos entraban y otros salían, algunos se mostraban desconcertados,
otros perturbados, los más mostraban en sus rostros angustia, dolor y
congoja, el timbrado de los teléfonos saturaba el ambiente, unos pocos no
comprendían que estaba sucediendo.
El sol
radiante, desataba su furia no permitiendo que nube alguna brindara la sombra
que reclamaban los mecánicos y armeros, quienes ansiosos esperaban el retorno seguro
de los fierros que horas antes habían estado en sus manos, y cual padres afectuosos
los habían visto una ves más elevarse por los cielos, mientras el ruido
ensordecedor que desataban, los hacían vibrar y les aceleraba sus corazones.
Los fierros
como afectuosamente llamamos a las aves de acero que surcan nuestro cielo
soberano, eran guiadas por aguerridos jóvenes, imbuidos en una mística y
espíritu combativo que caracteriza a quienes decidieron hacer del cielo, su
hogar, a sus camaradas de armas, su familia, del honor, entrega y sacrificio,
la razón de su existir.
La
impaciente espera, del retorno a casa nuestros fierros, se vio bruscamente perturbado
al visualizar en el horizonte la ausencia de una de las aves. La temperatura
iba en aumento, el viento agitaba, el silencio dio paso al ruido, el estruendo
esperado del rugir de los motores, no sonaba con la misma intensidad.
Un ave de
acero no habían retornado al nido, activándose la alarma que trajo consigo el
desconcierto entre presentes. El sol dio paso a una penumbra más penetrante que
la noche misma, el silencio se hizo más agudo, el viento en señal de
respeto dejo de soplar. Un vacio inesperado aparecio en los carazones de su
madre, hermanos y amigos; vacío que el tiempo superficialmente va cubriendo con
los recuerdos y la satisfación de saber que su ser querido, partió a la
eternidad cumpliendo su juramento de defender a su patria aún a costa de su
propia vida.
Aquel día, éste
joven piloto, se acerco aún más a Dios, quién lo cobijo a su lado. Su legando de
valores, entrega y sacrificio, nos fortalece y compromete a seguir custodiando
el cielo de Quiñones.
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