Por:
TC EP JOSE LUIS LETTE SEMINARIO
Hablar del soldado es referirnos a todos
aquellos seres humanos que sirvieron y sirven a la patria buscando el bienestar
común.
Este trabajo consistirá en analizar
los valores humanos y materiales que un soldado deja atrás para servir y luchar
por su patria.
El término “soldado” según el
Diccionario de la Real Academia
Española en su Vigésima segunda edición, proviene del lat. *solidātus, que en
su primera acepción hace referencia a la persona que sirve en la milicia.
Todos los países del mundo
organizan la seguridad y defensa de su territorio con soldados en
sus distintas posiciones y secciones, siempre bajo las órdenes de un comandante.
En el Perú ha habido y existen
valerosos soldados que lo entregan todo por amor a su patria. Ejemplos natos de
ellos son los que combatieron, combaten
y mueren en el VRAEM para erradicar el narcoterrorismo.
Entonces surge la pregunta
¿qué dejaron atrás estos valerosos hombres para enrolarse al ejército y dar la
vida por su país?
Para
responder a esta pregunta es necesario remontarse al pasado, a la nefasta
Guerra del Pacífico, y en especial a la batalla del Alto de la Alianza que se dio en la Heroica Ciudad de
San Pedro de Tacna. Indagando se encontró un texto titulado “LA LAMPA POR EL FUSIL” (Fuente:
Complejo histórico del Campo de la
Alianza (folleto) de Reymundo Hualpa Condori, Tacna, 2005), era una carta que
a continuación se transcribe:
“Tacna, 20 de mayo
de 1880 Señor don José González W. Calientes Mi muy querido papá: Hubiera
querido verte, pero el llamado de la
Patria lo impide, hoy he venido con una recua de agua. He
ascendido a sargento efectivo, por lo de Tarapacá en acción de armas. He
cambiado una lampa por un fusil, estoy en la primera compañía del “Pisagua”. El
enemigo está muy cerca y pronto habrá una batalla, la moral es muy alta,
tenemos confianza en los jefes, pero hay demora en las soluciones. Mándeme al
tambo de los Dondero: el poncho negro y unas balas antiguas de la cocina. Le
encargo el riego de la chacra, de las verduras, los palqueños me deben dos
arrobas de papa. Darle medida la alfalfa
a los conejos y corderos, hay que trasegar el vino a las pipas chicas, las
gallinas guardarlas en la cocina. Si pasa algo le dejo la Tomasa y mi hijo, no teman,
yo seguiré la suerte, ustedes cuídense aunque ya estén viejos, le abraza y se
despide tu hijo, Abelardo González”.
El
tacneño al leer esta carta, deja caer lágrimas de orgullo y valor. Es difícil
tomar una decisión así. Pero este soldado lo hizo pensando en el bienestar de
su familia, de su terruño; para que tengan una vida plenamente libre en el
lugar que los vio nacer.
Con
trajes de antaño y con el mismo sentimiento en el corazón, los escolares
lanzaron el tradicional grito para iniciar la lucha. Luego, el sonido de una
sirena nos recordó la inmolación de estos heroicos peruanos y las lágrimas de
cientos de rabonas tacneñas, nos hicieron rememorar la orfandad de miles de
familias que sufrieron viendo partir a sus esposos, hijos y hermanos por
defender la patria que los vio nacer.
Muchos
fueron los héroes que ofrendaron su vida defendiendo el honor de una nación, en
una desigual guerra, que sin embargo convirtió en gallardos soldados a humildes
artesanos, arrieros y labriegos; quienes cayeron luchando en esta batalla y mas
tarde en escaramuzas guerrilleras.
Lo
descrito es solo el inicio del valor mostrado. Queda ahora destacar la destreza
y valentía en el campo de batalla, que a pesar de la gran diferencia de hombres
y armas del ejército enemigo; el soldado peruano y aliado luchó hasta quemar el último cartucho, con
sables, cuchillos, boca, manos, piedra, con todo lo que encontraba a su paso;
no sucumbió, jamás retrocedió; se quedó en
el campo de batalla hasta el final, sin mostrar en algún momento un ápice de cobardía. El soldado peruano no se
amilanó, el poderío mental hizo que se mantuviera fuerte y defendiera hasta el
final a su patria, el Perú.
Por
ello, es un honor hablar del soldado del Ejército Peruano. El pueblo agradecido
lo recuerda como héroe y ejemplo de valor, fuerza, valentía y
perseverancia. Estas cualidades de los
soldados del Perú son necesarias para asegurar
el bienestar y la paz interna y externa del poblador peruano.
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